LOS HIJOS DE

Cuando Jesús emergió de las aguas del bautismo, una voz retumbó en el cielo. El Padre habló. Habló en público, delante de todos y habló del hijo. Jesús aún no había comenzado su ministerio. No había hecho ningún milagro. No había sanado a nadie. No había predicado ningún sermón. No había resucitado ningún muerto. Ninguna señal o prodigio había sido hecha todavía. Por supuesto, todavía no había consumado su mayor acto de amor y obediencia. Sin embargo, el Padre habló y dijo "Este es mi muchacho, estoy contento con él." Qué afirmación! Imagine cómo se sintió Jesús en ese momento. Por qué el Padre está contento si el hijo aún no ha hecho nada? Porque es su hijo y porque lo ama! Recuerdo cuando yo era un nño y mi padre venía a verme a jugar al fútbol. El simple hecho de tener los ojos de mi padre sobre mí era una motivación tan poderosa! Yo corría como nunca, eludía a mis amigos y disparaba mis mejores tiros al arco. Cuando él se iba, no importaba que hubiera un estadio lleno de gente, mi motivación bajaba drástricamente. La mirada de mi padre era tan importante para mí. Con tristeza he visto demasiados casos de hijos de pastores y líderes, batallar solos contra sentimientos de fracaso y frustración. Mientras sus padres brillan bajo las luces de las plataformas públicas, ellos pelean contra los demonios de la incompetencia, el abandono y la inseguridad. Luchan atrapados en los oscuros laberintos de años difíciles, confusos y dolorosos. No es fácil ser el hijo de. No pediste serlo y nadie te enseña a serlo. Dicen los expertos que los hijos de personas públicas o famosas desarrollan un sentimiento que les hace pensar que nunca podrán alcanzar la estatura de su padre. Especialmente los hijos varones. Ellos ven cómo la gente los admira y los sigue. Ven como todos idealizan a su padre y llegan a creer que nunca podrán ser como él. A menos, que su padre lo ayude, lo coloque sobre sus hombros y lo haga crecer aún más alto que él mismo. Pero los padres famosos están demasiado ocupados para eso. Un reconocido líder cristiano me contaba que en esos años críticos, su hijo se dedicó a beber. Su vida carente de todo sentido y vacía no tenía ningún valor para el hijo de. Algunas noches con demasiada angustia atragantada, salía intencionalmente a caminar por los callejones más peligrosos de los ciudad... para ver si alguien lo mataba. Hoy es un hombre recuperado. Los dos. Un padre recuperó un hijo y un hijo recuperó un padre. Los estudiosos dicen que si el hijo no puede superar la imagen de su padre, se sentirá condenado de por vida. El único que puede ayudarlo es su padre. A veces los padres desmerecemos a los hijos. Volcamos sobre ellos nuestras frustraciones y les hacemos creer que los amaremos más cuánto más hagan. Error. Dios no nos ama por lo que hacemos. Nos ama porque quiere amarnos. También los desmerecemos con la indiferencia... y con la ausencia. Mi padre siempre me decía "Hijo, me encantaría viajar pero no creo que podré hacerlo, pero estoy seguro que tú lo harás. En cada país en que prediques estaré feliz, como si yo lo hubiera hecho." Un día, en una reunión de pastores estaban buscando un líder juvenil para el distrito. Mi padre me propuso a mí. Yo apenas tenía 15 años. Nunca olvidaré el raro sentimiento de pánico por un lado y de alegría por el otro. Mi padre me había nombrado, él creía más en mí que yo mismo! Ahí comenzó mi ministerio. Cuando él me llevaba a sus viajes misioneros, yo tenía 7 años y me sentía el niño más importante del mundo. Yo no hacía nada, pero creía que estaba en la cima del mundo porque mi padre me había colocado a su lado. No soy un clon de él. Desarrollé mi propia carrera, tengo mis propias habilidades y mi ministerio es diferente al de él. Logré muchas cosas por mí mismo pero gracias a él. No hay una escuela para padres. Los padres cometemos muchos errores y aprendemos sobre la marcha. Pero tenemos un compromiso con nuestras generaciones, no es continuarnos en ellos, es ayudarlos a ser ellos mismos. Y a ser mejores que nosotros.

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