CUÁNDO SERA EL FIN

Hace un par de meses, un gigantesco glaciar de un billón de toneladas se desprendió de la Antártida y viajaba a la deriva por el océano Atlántico. Su tamaño, 25 veces más grande que la ciudad de Buenos Aires, causó preocupación en los científicos. Luego ocurrió el eclipse. Mientras Corea del Norte amenazaba al mundo con sus bombas nucleares, el Huracán Harvey azotó la costa sur de Texas creando inundaciones sin precedentes en la ciudad de Houston. Más de 100 mil casas fueron afectadas. Apenas unos días después, las islas del Caribe primero y luego la península de la Florida, fueron arrasadas por el Huracán Irma. El violento ciclón alcanzó grado 5, la máxima potencia. Entre otros daños, más de 3 millones de personas se quedaron varios días sin energía eléctrica. En el medio, un terremoto de 8.2, el más violento en cien años, sacudió a México. Por si fuera poco, el 6 de Septiembre se produjo el equivalente a un terremoto en el Sol, configurando la explosión más fuerte en los últimos 10 años. La onda expansiva causó problemas en las ondas de radio y en los GPS en el continente europeo. Todo junto, todo ahora. Por qué? Muchas personas están confundidas, otras están asustadas y no faltan quienes presagian el fin del mundo.
Cuando Jesús habló a sus discípulos acerca del fin de los tiempos, ellos le preguntaron cuándo sería y cuáles serían las señales de esto. Él les ennumeró una lista de señales y les dijo que después que éstas se cumplieran “este evangelio del reino sería predicado en todo el mundo y después vendrá el fin.” (Mateo 24: 14) Primero ocurrirán las señales, terremotos, guerras, pestes, etc. y después el evangelio sería predicado a todas las naciones. En otras palabras, el fin no viene después de las señales sino después de la predicación. En todo caso, las señales actuarán como un llamado de atención. Ellas moverán el piso de la seguridad de los hombres para que ellos eleven sus ojos a Dios. El planeta ha sido víctima de abuso y de maltrato. El pánico y la incertidumbre provocados por las catástrofes sensibilizan a la gente. Señales siempre hubo, pero como nunca antes las oportunidades para la predicación del evangelio se abren por doquier. Los alertas no son sólo para las naciones, son también para la iglesia. La verdadera misión no está dentro, sino afuera de las cuatro paredes del templo. Luego de calificarlo como “este evangelio del reino”, Jesús se ocupa de describir en qué consiste. En el capítulo 25 él explica por qué “los de su derecha” han de heredar el reino de Dios: “porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo y me visitaste, estuve desnudo y me cubriste, en la cárcel y me viniste a ver...” Éste es el evangelio del reino. Un evangelio de fe traducida en servicio. La tierra gime con dolores de parto. Pero no son dolores de muerte y destrucción. Los dolores de parto siempre anuncian algo bueno, el alumbramiento de una nueva vida. Por eso, no debemos escondernos a esperar el día del fin preservados del mal. Hay una misión y propósito que cada uno tenemos que cumplir en esta tierra. El día y la hora nadie lo sabe. Es necesario predicar el evangelio. Evangelio es “buenas nuevas”, buenas noticias. Cuáles son las buenas noticias en medio de tanta tragedia? Dios nos ama, Dios nos perdona, la gracia de Dios está abierta y es gratis. Hay esperanza, hay una paz que el mundo no puede dar y que sobrepasa todo entendimiento. En él hay reconciliación, restauración y redención. Iglesia despierta, hay mucho que hacer. Un mundo en caos necesita una iglesia en avivamiento.

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