INTIMIDACIÓN

INTIMIDACIÓN. Cuando yo estaba en la escuela primaria era un niño bastante tímido e inseguro. A veces otros niños me molestaban o se burlaban de mí. Recuerdo una vez en que me harté de ellos y los amenacé: "mañana a la salida va a venir mi hermano mayor y va a darles una golpiza", les dije. Pero había un problema, yo no tenía hermano mayor! Yo soy el mayor de mis hermanos.
Ellos no lo supieron porque al otro día cada uno se fue rápido lo más temprano posible. Las semanas posteriores Dios trató conmigo y me enseñó algo: ya no necesitas mentir, yo soy más que un hermano mayor para tí. Yo estoy contigo como poderoso gigante. Entonces se fue el temor, y cuando cambió mi actitud cambió la de ellos. Ya de adulto, esa área de mi vida siguió siendo más vulnerable que las demás. Así que el enemigo, dos por tres venía a golpearme justo ahí. Con la intimidación. Esta es un arma cruel que te asfixia las emociones, te nubla la mente y paraliza tus fuerzas. La intimidación hace que te odies a ti mismo. Te hace sentir inadecuado, débil y cobarde. Si no paras la intimidación, entonces viene el pánico. Te sientes como un ratón atrapado. La semana pasada una importante mega-iglesia del norte de los EE.UU. despidió a su pastor. Luego de un par de años de controversia, los cargos fueron lenguaje ofensivo, bullying e intimidación. No ha sido el único. Hace dos años otro conocido mega-pastor del área de Seattle, se vio obligado a renunciar por falta de control del enojo, amenazas y carácter dominante. Su caso llegó a la prensa y fue un escándalo nacional. Estos individuos crean ambientes de trabajo tóxicos. Gobiernan por medio del temor y el terror. No están sólo en la iglesia, están en los gobiernos, en las empresas seculares, en las escuelas y aún en los hogares. Es un espíritu. Pero una cosa es clara: Jesús nunca lideró así! Él vino a destruir el espíritu de la intimidación. Él vino a hacernos libres. Podría contarle muchas historias de líderes que cuando fueron jefes gobernaron con mano de hierro y lastimaron vidas y familias. Hoy están solos y olvidados porque ese es el destino ineludible de todo el que trata de aplastar a sus hermanos y liderar por medio del temor. Cuando mis hermanos y yo crecimos y fuimos adolescentes fuimos cambiando el trato hacia mi padre. Él era muy joven, así que se dejó el bigote, creo yo que para que lo respetáramos más. Pero nosotros lo respetábamos no por el bigote, sino porque él vivía y se desvivía por nosotros. A lo largo de mi vida y ministerio he tenido que aguantar a más de un tonto que me subestimó. Personas que cuando te ven esbozan una sonrisa sarcástica, te hacen un chiste grosero, y te dejan claro que ellos piensan que eres nada. Pero ya no peleo con ellos ni me dejo intimidar. Sólo me salgo de sus proyectos para salvar el mundo y me voy pensando, "a éste le voy a mandar mi hermano mayor". Algunas veces los vi pasar a mi lado a toda velocidad, después los encontré en mi camino estrellados, desinflados, reventados. El peligro del león rugiente no es que está tratando de comerte, está tratando de intimidarte. Intimidación permanece, mientras miedo permanece. Recuerda quién eres. recuerda quién te llamó y qué te pidió que hicieras. Aléjate del intimidador pero no lo odies, quizás lo vas a tener que recoger del suelo algunos años más tarde.

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