EL MITO DE QUITAR LA ESCUELA DOMINICAL
Luego de más de 15 años observando este fenómeno, ya estoy listo para compartir unas conclusiones. Casi ninguna de las iglesias que han quitado la Escuela Dominical están creciendo. Ni numéricamente ni espiritualmente. Tal vez en algunas hay movimiento, pero no hay crecimiento.
De la falta de crecimiento el peor obviamente es el segundo, pero me sorprende que no podamos captar la relación tan estrecha entre el uno y el otro. El crecimiento numérico sin crecimiento espiritual es un crecimiento volátil. El crecimiento espiritual siempre trae crecimiento numérico como la consecuencia sana y natural de un proceso de madurez.
A fines de los años y 90 y principios de los 2000, quitar la Escuela Dominical fue como una moda. Remover algo que estaba asociado con lo antiguo, no trajo ni renovación ni avivamiento. Trajo debilidad. Creó una generación analfabeta de la Biblia. Creo una máquina de realizar eventos, programas y actividades para mantener el entusiasmo y la participación de la gente. Fervor, novedades y show. Pero nada de transformación, madurez y compromiso.
Al pasar raya, la mayoría de las congregaciones tienen la misma cantidad de personas que tenían cuando había un programa de Educación Cristiana. Ahora tienen más servicios, más movimiento, más trabajo, pero menos bautismos. Eso sí, en las últimas dos décadas han pasado cientos de personas por sus instalaciones. Han pasado, pero no echaron raíces. Porque esas personas van recorriendo una y otra congregación buscando el mejor o más nuevo “mover”. Pero no maduran, no se establecen. En el fondo porque no reciben el alimento profundo y consistente de la enseñanza de la Palabra de Dios. Son eternos miembros itinerantes mantenidos por las novedades, no por la Palabra.
Hoy día hay un auge pasmoso de falsas doctrinas y falsos maestros. Pero ésta es tal vez, la generación menos preparada para enfrentar, discernir y batallar contra las herejías, enseñanzas falsas y falsos apóstoles. Esto sólo se cambia si regresamos de las cafeterías a las aulas de clase. Si fortalecemos los programas educativos, no sólo a nivel ministerial y universitario, sino a nivel de las personas nuevas y las generaciones jóvenes. No estoy hablando de un curso de discipulado de unas cuantas semanas. Ese es el comienzo, sino de un programa a largo plazo, constante y consistente de educación cristiana, para todas las edades.
No faltará alguien que diga que las mega iglesias no tienen escuela dominical. Ese es otro mito. Las mega iglesias en EE.UU. representan poco más del 1% del total de iglesias. Muchas de ellas sí tienen un fuerte programa de educación, discipulado y escuelas de capacitación.
Madurez cristiana y crecimiento espiritual sólo se logra con el estudio sistemático de la Palabra de Dios. Esto les permite a las personas de todas las edades, crecer en la fe y echar raíces profundas y fuertes en el Evangelio. Esto trae salud a la iglesias, crecimiento y creyentes sólidos. A su hijo usted no le ordena que crezca. No le compra un libro sobre cómo crecer, ni lo mete en un plan de crecimiento. Usted lo alimenta bien y vela porque esté sano. Entonces, su hijo crece solo. Una iglesia sana, también crece sola.
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