HERIR AL PASTOR, sobre el suicidio del pastor Jarrid Wilson
Ayer, precisamente en el Día de Prevención del Suicidio, me fui a dormir con la triste noticia del suicidio de otro pastor. Ya son unos diez pastores prominentes que se han quitado la vida en los últimos años. Algunas personas se incomodan cuando se habla de esto, pero la verdad es que según datos de la OMS una persona se quita la vida cada 40 segundos. En la franja de edad de 15 a 29 años el suicidio es la segunda causa de muerte a nivel mundial. Ocurren más de 800,000 suicidios cada año.
El pastor Jarrid Wilson tenía 30 años, estaba casado y tenía dos hijos pequeños. Era pastor asociado de Harvest Christian Fellowship, una mega iglesia del sur de California. Dinámico predicador y maestro, el Pr. Wilson era conocido por su trabajo en favor de las personas con tendencias suicidas. Autor de varios libros, él mismo había compartido su lucha personal contra la depresión y las ideas suicidas. Pero no pudo ganar su propia batalla.
Aquí mismo el año pasado escribí una extensa nota sobre el suicio del Pr. Andrew Stoecklein que se llamó "Curas en el monasterio". https://andresmira.blogspot.com/2018/08/curas-en-el-monasterio-sobre-el.html
Que el suicidio hoy es una epidemia no hay ninguna duda, que esté afectando a tantos pastores y líderes espirituales nos llama a la reflexión. La mayoría de los casos conocidos en los Estados Unidos se trató de pastores de iglesias grandes, conocidos y relativamente jóvenes de entre 30 a 60 años. Pero también los ha habido de iglesias pequeñas y también ha ocurrido en Latinoamérica, como el caso de la pastora que se quitó la vida en Brasil hace algunos meses. Aunque muchos se rasguen las vestiduras por esto, debo decir que la primera causa de por qué pastores se quitan la vida es porque son humanos. A mucha gente no le gusta reconocer esto, los pastores son personas, seres humanos sujetos a las pasiones, problemas y dificultades de cualquier otro ser humano. Las personas tienden a idealizar a los pastores y la verdad es que muchos pastores fomentan eso.
La segunda realidad es que las enfermedades mentales, la depresión y los desórdenes emocionales hay que tomarlos muy en serio. Así como cuando nos duele una muela vamos al dentista, o cuando nos duele el estómago vamos al doctor, también debemos buscar un especialista cuando nos duele el corazón. Pero no me mal entienda, es una irresponsabilidad decir que si te haces cristiano todo se te va a arreglar. Si te haces cristiano vas a restaurar tu relación con Dios y vas a alcanzar la salvación de tu alma, pero luego vas a tener que tratar con todas las situaciones de la vida, a luz de los principios del reino de Dios. Parte de eso es entender que no todos los problemas son espirituales y no todos las situaciones se arreglan con oración y ayuno. Hay enfermedades mentales que requieren ayuda especializada y la verdad es que no todos los pastores están entrenados para darla.
La tercera realidad es que el trabajo pastoral es una tarea que muchas veces se desarrolla bajo una presión extrema. Conscientemente o no, los pastores están sometidos a niveles de estrés, agotamiento y tensión como pocas profesiones en el mundo. La gente es muy demandante y sus necesidades nunca se acaban. Por lo general los pastores son, somos, personas con una notoria inclinación a complacer a los demás, a buscar la aprobación, a satisfacer todas las necesidades y tenemos un alto nivel de dedicación y entrega a nuestro trabajo. En otras palabras trabajamos demasiado, descansamos poco y dormimos mal. Nos olvidamos que la iglesia es de Cristo y que él ya murió por las personas, no tenemos que hacerlo nosotros. Nuestra vida familiar es postergada y relegada por las urgencias y demandas del ministerio. Predicamos una vida abundante que no vivimos. Hablamos muchas veces de una felicidad que no disfrutamos.
La cuarta realidad es que pocas congregaciones cuidan a sus pastores y velan por ellos como debe ser. Tengo la dicha de estar en una de ellas, pero una gran mayoría piensa que el pastor debe orar por todo el mundo y que él no necesita oración. Piensan que él debe hablar con todo el mundo aunque él mismo no tenga con quien hablar. Creen que él tiene o debe tener, una respuesta para todo, una sonrisa permanente y un gozo a flor de piel. Él debe ser bombero, psicólogo, consejero matrimonial, asesor financiero y si se necesita, electricista o pintor. Si no llena esos requisitos no califica para ser pastor, decimos y los zapatos le quedan grandes. Pocas iglesias son conscientes y responsables del cuidado y la protección que deben dar al pastor y a su familia. Como refieren las escrituras, si el enemigo quiere destruir una congregación y dispersar a las ovejas, herirá al pastor. En muchos lugares lamentablemente, ministerio es algo que hace un solo hombre ante una multitud de espectadores que ponen diezmos y ofrendas. Nada más alejado del concepto bíblico de lo que es una iglesia. Una iglesia que va a impactar a una generación es una comunidad de fe donde cada uno es un ministro equipado para cumplir la gran comisión, dirigidos por un líder que al cabo del día no es más que un siervo.
La quinta realidad es que un mundo enfermo necesita una iglesia que sane, no que condene. Una iglesia que memorice Juan 3:16 pero que practique Juan 3:17.
Andres Miranda
Houston, Septiembre 2019
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