DEMASIADO HUMANO

Muchas veces a las personas no les gusta tener un pastor “demasiado humano”. Quieren uno que demuestre autoridad que hasta las olas y el viento le obedezcan, pero no quieren uno que se duerma cansado en el barco mientras cruzan el mar. Quieren uno que abrace a las viudas y a los niños, pero no quieren uno que se enoje y dé vuelta las mesas de los cambistas cuando usan la casa de Dios para lo que no es. Quieren uno que alimente a la multitud y resuelva todos los problemas, pero no uno que tenga hambre en las mañas y reprenda la higuera que no da frutos. Quieren uno sane a los enfermos pero que lo haga con modales, no uno que escupa en el suelo y le ponga el barro en los ojos al ciego. Quieren uno que ore siempre, pero no uno que los mande orar a ellos, tan siquiera una hora. Quieren un pastor santo, no uno que coma con los pecadores. Si encuentran un pastor demasiado humano, seguro lo van a querer crucificar. Pero no temas, adelántateles y confiesa como el apóstol Pablo, ya “con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo mas Cristo vive en mí”.

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